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#losmartescon2; ¿Conocéis Oeuf NYC?

Hacía tiempo que no os enseñaba una marca de cosas de niños que me gustase tanto, de hecho, creo que es una de mis preferidas!

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#losmartescon2; Mamitis o el Apego seguro de Bowlby

Y de nuevo una reflexión, porque, como tantas otras veces, me sigue sorprendiendo lo interiorizados que tenemos algunos conceptos…

(Aviso que es larga :/)

¿Cuantas veces a lo largo del día oímos o decimos -y me incluyo- frases como «tiene mucha mamitis», «está muy enmadrado», «este niño extraña mucho», «usa el pecho de chupete», etc.?

¿Cómo que usa el pecho de chupete? ¿Qué fue antes? ¿Qué es más natural? Será que usa el chupe de pecho, ¿no? Porque el chupe sólo calma el reflejo de succión pero ¿todo lo demás que aporta el pecho? En teoría el chupe se usa para sustituir al pecho cuando éste no está disponible, cuando la madre está lejos etc. No es que el chupe sea nada malo pero sinceramente, creo que el cuerpo de la madre es algo más que un trozo de goma para ellos.

Y qué significa que extraña, ¿que prefiere estar con su madre antes que con un desconocido? ¿Que llora cuando ve que su madre se va o lleva mucho rato sin aparecer?; ¿Eso nos resulta extraño? Que un niño quiera estar con quien suele pasar 20h al día o sin la que él cree que no sobreviviria porque su principal alimento lo tiene ella tiene bastante lógica desde mi punto de vista.

 

Y parece ser que mucha más gente considera normales estos comportamientos de los que en nuestran sociedad solemos hablar en tono peyorativo, así que hoy le daba vueltas a dos teorías en las que siempre pienso cuando se habla de estos temas:

Por un lado, la teoría de los 9 meses de Exterogestación, sobre la que podéis leer un poco por ejemplo aquí y que, brevemente se resume en que «los bebés humanos no se deberían separar de sus madres, ni durante la primera hora,ni en los 9 meses que siguen al parto; hoy en día se conocen los múltiples beneficios que para mamás y recién nacidos provienen de permanecer en contacto permanente. Esta etapa es decisiva para el desarrollo de su cerebro, y tiene muchísima relación con un desarrollo físico, emocional y psicológico del bebé.

Os estoy hablando de lo que conocemos como exterogestación: […] Los bebés humanos no pueden valerse por sí mismos tras su nacimiento, ni a los 2, 4, 6 meses… necesitan ser protegidos, alimentados, porteados […]  la duración del embarazo se ha reducido en los humanos hasta tal punto que cuando venimos al mundo tenemos solo un 25 por ciento de desarrollo cerebral. Algunos estudiosos en la materia consideran que la gestación debería durar más tiempo, pero la evolución ha provocado que tengamos la cabeza más grande, así que si el embarazo fuera más largo, no podría pasar por el canal vaginal. Por otra parte, desde que los homínidos nos pusimos de pie, la pelvis de las mujeres también se ha vuelto más estrecha. Todo ello justifica la duración del embarazo (37 a 42 semanas), y también la necesidad de respetar el período de exterogestación.

Así, las experiencias vividas en los primeros años de vida son claves para el desarrollo de su
cerebro. Aunque cuando sea adulto recordará muy poco de esos años, todo lo que viva y los cuidados que reciba determinarán en gran medida su vida futura.

Más allá, la ausencia de contacto hace que aumenten los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en sangre lo que repercute negativamente en la hormona del crecimiento y en la función inmunológica.
 […]
 Cuando coges a tu bebé en brazos, estás segregando oxitocina, y esa es precisamente la hormona del amor, que está vinculada también con la lactancia; además de eso durante los primeros años de vida se produce la mayor parte del desarrollo cerebral, ¡qué mejor que proporcionar un entorno libre de estrés (por separación de la figura de apego) dando a los bebés lo que necesitan! Al llevarlos encima, facilitamos su adaptación al mundo exterior, y esto favorece la regulación de los sistemas inmaduros del recién nacido.
[…]
Si bien en muchas culturas, los bebés son porteados de forma natural, la sociedad occidental lleva
varias décadas inventando “artilugios” que permitan ‘descansar’ del bebé, como si fuera un carga. No deberíamos necesitar carritos, cunas, hamacas, moisés,… pero los utilizamos; deberíamos proporcionar contacto físico y permanente, pero en lugar de eso nos incorporamos a las 16 semanas tras el parto, aunque con mucha suerte, podemos ampliar el período con vacaciones y permiso de lactancia.»


La primera vez que me separé de Carlos tenía 8 meses y medio y aún se me encoje el corazón cuando veo su reacción al vernos volver…  Por eso, cuando digo que la primera vez que me separe de Martín más de las horas imprescindibles de trabajo lo va a pasar mal y oigo que «se espabile, le va a venir bien» me cuesta trabajo asentir con una sonrisa.

Y es que no es sólo la dependencia de la lactancia, que se puede solucionar con un buen sacaleches y un alma caritativa que le de el biberón; el pecho no sólo es alimento, es calor, es compañía, es cariño, es seguridad, es tranquilidad, es amor. Cosas que por supuesto también se pueden dar sin pecho y que son las que realmente se echan de menos.

VIDEO CARLOS?

Por otro lado, la Teoría del apego de Bowlby, que describe la dinámica de largo plazo de las relaciones entre los seres humanos. Su principio más importante declara que un recién nacido
necesita desarrollar una relación con al menos un cuidador principal para que su desarrollo social y emocional se produzca con normalidad.
Es un estudio interdisciplinario que abarca los campos de las teorías psicológicas, evolutivas y etológicas del que extraigo aquí algunos párrafos que me resultan especialmente esclarecedores:
«El sistema conductual del apego sirve para mantener o lograr una mayor proximidad a la figura
de apego. Los comportamientos pre-apego se producen en los primeros seis meses de vida. Durante la primera fase (las primeras ocho semanas), los niños sonríen, balbucean y lloran para atraer la atención de los cuidadores. Aunque los niños de esta edad aprendan a diferenciar los
cuidadores, estos comportamientos están dirigidos a cualquier persona que esté cerca. Durante la segunda fase (dos a seis meses), el bebé aumenta su capacidad para discriminar entre adultos conocidos y desconocidos, por lo que es más receptivo al cuidador; seguir y asegurarse se añaden a la gama de comportamientos. El apego claro y cierto se desarrolla en la tercera fase, de entre seis meses y dos años.
El comportamiento del bebé en relación con el cuidador se organiza sobre la base de un comportamiento intencional para lograr las condiciones que lo hagan sentirse seguro. Al final del primer año, el bebé es capaz de demostrar una serie de comportamientos de apego destinadas a mantener la proximidad. Estos se manifiestan como protesta contra la partida del cuidador, saludando a su regreso, aferrándose a él cuando se asusta y le acompañará cuando pueda.   […]

Los bebés se apegan a los adultos que son sensibles y receptivos a las relaciones sociales con
ellos, y que permanecen como cuidadores consistentes por algunos meses durante el período de cerca de seis meses a dos años de edad. Cuando el bebé comienza a gatear y caminar, empieza a utilizar las figuras de apego (personas conocidas) como una base segura para explorar más y
regresar de nuevo a ellos. La reacción de los padres lleva al desarrollo 
de patrones de apego y estos, a su vez, conducen a modelos internos de trabajo que guiarán las percepciones individuales, emociones, pensamientos y expectativas en las relaciones posteriores. La ansiedad por la separación o el dolor tras la pérdida de una figura de apego se considera una respuesta normal y adaptativa de un recién nacido apegado. Estos comportamientos pueden haber evolucionado debido a que aumentan la probabilidad de supervivencia del niño.
[…]
En los recién nacidos, la separación física puede causar ansiedad y rabia, seguida por tristeza y desesperación. A los tres o cuatro años de edad, la separación física no es más una amenaza a los
vínculos del niño con la figura de apego.»

 

Así que sí, definitivamente es que, como decía Mar, debo estar muy enhijada 😉

 

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#losmartescon2; Un barquito de cáscara de nuez

Es tardísimo, no digo la hora que luego mi madre me riñe o me dice «madre mía, Marta» en bucle durante un rato, pero llevo más de hora y media buscando las fotos del cumple de Carlos, primero en el ordenador, luego en los distintos discos duros y por último, revisando cada una de las tarjetas de memoria que tengo por la casa; el ordenador de mi hermana y vuelta a empezar con los discos duros por si se me había pasado alguna carpeta. He mirado tooodas las fotos que tengo en el ordenador! Cuando ya estaba a punto de darlas por perdidas, voilà! he caído en que hago copias de seguridad periódicas y allá por febrero las he recuperado…
Total, que era lo que os pensaba enseñar hoy pero ya no son horas para ponerse a elegir entre 1.066 fotos así que nos quedamos con una manualidad facilita para cualquier mañana de playa, de esas con las que ya empezamos a soñar:

 

Un barquito, de cáscara de nuez

 

adornado, con velas de papel

 

navegar sin temor,  en el mar es lo mejor… 

 

o en una bandeja a falta de mar,

y alguien que «haga» viento 😉

Nueces, palillos de dientes, papel o alguna bolsa de plástico de colorines y un poco de plasti para hacer contrapeso,

y poco más que no quiero que me pase esto:

Hasta mañana!
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#losmartescon2; Carta de un hijo a todos los padres del mundo

Aunque hoy no tocara martes de reflexión, ayer nos fuimos de cena y a las horas que volvimos bastante que recordé esta carta que desde hace algún tiempo llevo queriendo imprimir yo también para pegarla en algún sitio bien visible en casa…
Nada nuevo, sólo ayudarnos a recordar que nuestros niños se merecen el mismo respeto que cualquier otra persona, y de ese comvencimiento parte esta «carta de un hijo a todos los padres del mundo»:

1. No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces. Y me enseñas a gritar a mí también y yo no quiero hacerlo.
2. Trátame con amabilidad y cordialidad igual que a tus amigos.
Que seamos familia, no significa que no podamos ser amigos.
3. Si hago algo malo, no me preguntes por qué lo hice.
A veces, ni yo mismo lo sé.
4. No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por tí (aunque sea para sacarte de un apuro).
Haces que pierda la fe en lo que dices y me siento mal.
5. Cuando te equivoques en algo, admítelo.
Mejorará mi opinión de ti y me enseñarás a admitir también mis errores.
6. No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos.
Si me haces parecer mejor que los demás, alguien va a sufrir (y si me haces parecer peor, seré yo quién sufra).
7. Déjame valerme por mí mismo.
Si tú lo haces todo por mí, yo no podré aprender.
8. No me des siempre órdenes.
Si en vez de ordenarme hacer algo, me lo pidieras, lo haría más rápido y más a gusto.
9. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer.
Decide y mantén esa posición.
10. Cumple las promesas, buenas o malas.
Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.
11. Trata de comprenderme y ayudarme.
Cuando te cuente un problema no me digas: “eso no tiene importancia…” porque para mí sí la tiene.
12. No me digas que haga algo que tú no haces.
Yo aprenderé y haré siempre lo que tú hagas, aunque no me lo digas. Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.
13. No me des todo lo que te pido.
A veces, sólo pido para ver cuánto puedo recibir.
14. Quiéreme y dímelo
A mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no creas necesario decírmelo.
Resaltaría especialmente el punto 6 y el 11, sobre todo porque son cosas que parecen menos obvias que la de «no me grites» y por eso mismo ocurren más a menudo.
Y otra de la que me acuerdo muchas veces, cuando ya lo he hecho, es la número 3, y siempre que lo pregunto pienso, pero cómo va a saber porqué?!En fin, cosillas que viene bien recordar…

Hemos sacado la carta de aquí

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#losmartescon2; Mirarnos a los ojos

No tenemos tiempo de mirarnos a los ojos

 

Es mi frase más repetida ultimamente…
El caso es que de vez en cuando, como hoy por ejemplo, me pregunto si compensan estos horarios; por un lado pienso que son los mejores para los niños y por otro…

Tenemos los horarios cruzados, es decir, @elhombremasguapodelmundo trabaja principalmente por la mañana (aunque por la tarde también) y yo por las tardes. Eso se traduce en que nuestros niños prácticamente todo el día están con uno de sus padres, que para mí, cuando se puede, es lo
ideal, y en que nosotros no tenemos tiempo de mirarnos a los ojos.
Decía Bei que «unas risas en el desayuno y volvéis a ser novios» pero a veces no es tan fácil.

Por las mañanas estoy yo con los niños, @elhombremasguapodelmundo viene a comer a casa, -algo impensable en grandes ciudades, lo sé-, unos 40 minutos de los cuales siempre toca dormir o dar de comer, con suerte a uno, o a ambos niños.
Además de eso, poner la mesa, comer, recogerla, organizar algo de cena, alguna lavadora, ver lo que hay que decirle a la chica y salir los 2 pitando a trabajar (y a veces, cuando los niños han tenido una mañana intensa, ducharme).
Luego él sale de trabajar y vuelve a casa a estar con ellos, hacer la compra con ellos, etc., cenas, pijamas y sobre las 22h llego yo, con un lactante hambriento esperándome y otro que debería estar
dormido según el ritmo circadiano y esas cosas pero que encuentro en pleno apogeo de actividad, como se pasa las 24h del dia 😉
Así que toca dar de comer a Martín, dientes, cuento, rezar y cantar u oir música hasta que se duermen. Con suerte 23,30h.
Si a eso añades recoger mínimamente el campo de batalla que es la casa esas horas (al menos ropa sucia y platos de cena) llegan las 12 de la noche y nos pillan agotados, sin cenar, y sin mucha gana de romanticismos.
Hablamos, sí, de lo imprescindible, pero aún hay que preparar cosillas del dia siguiente, yo me subo a hacer el blog que sí, también, que esto es accesorio, pero después de todo el dia de «obligaciones» a veces la mente o el alma o llámalo X o llámalo energia, necesitan expandirse. Y a mí me compensa
aunque las ojeras crezcan y a la mañana siguiente me arrepienta casi cada día.
Si no, sé que me quedaría leyendo o cosiendo o —–.

Y creo que me compensa precisamente porque forma parte de mí, leer y escribir son cosas que me completan, no somos solamente lo que trabajamos o los pañales que cambiamos, eso es parte de la vida pero somos mucho más que eso, y para que cuando me mires mis ojos no estén vacios, necesito que lo que hay detrás se alimente de cosas que los llenen…
Porque prefiero unos ojos chicos y chinos y llenos de arrugas que unos ojos huecos.

Y tampoco quita tiempo de mirarnos a los ojos porque a esa hora los ojos ya se nos cierran.

Todo esto da como resultado que nuestros niños sólo pasan unas 2-3h diarias con alguien que no seamos sus padres, de las cuales, al menos hora y media suelen estar «haciendo siesta». Si, como dice mi madre, las necesidades afectivas las cubrimos igual él que yo, pues pensamos que compensa. El horario, digo.

Sí, diréis, así estamos todos, pero no. Por un lado porque si nuestros turnos coincidieran, nosotros
también coincidiríamos al menos 2 o 3 horas juntos en casa. Que parece poco pero dan al menos para cenar.
Y por otro lado porque está claro que hay muchísimos que estáis «peor», que vivís separados, en distinta ciudad o incluso distintos países, pero no hablo de eso, hablo de hacerlo así POR ELLOS, no porque la vida lo imponga. Y además tampoco me estoy quejando puesto que es algo que creemos que es bueno. De hecho creo que tenemos mucha suerte de poder elegir.
Y de poder dedicarles a los niños las mañanas lentas, con horas para simplemente mirarlos…

 

Esta claro que no durará para siempre, que los niños crecerán, irán al cole -ojalá más tarde que pronto- harán su vida y nosotros volveremos a tener tiempo, incluso para mirarnos de más.

 

Que los dias son largos pero los años tan cortos que esto va a ser un abrir y cerrar de ojos, y que de
momento creemos que compensa tener un chat de whatsapp para nosotros 2 que se llama «cosas de casa» y donde nos recordamos las citas del pediatra, que falta lechuga o que hay que llamar al electricista porque las luces del jardín siguen saltando cuando llueve.
Y que nuestros niños no estarán mejor ni peor educados que otros, no creo que nada de esto los diferencie de otros que vivan de otras formas, y que en el fututo ni se acordarán de esta época.
Pero creo que compensa, no me preguntéis porqué.

Y que todo eso no quita que eche de menos mirarte a los ojos 😉

 

Y por cierto, gracias a Dios que puedo expandirme sentada en una silla y mirando una pantalla porque el que necesite escalar una montaña nevada para expandir el alma debe tenerlo chungo muchas más veces.

 

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Una carta a su suegra.

Lo siento, pero me siento un poco identificada con esta «suegra». Como tía, me encanta hacerle regalitos a los niños, mimarlos y consentirles, no puedo evitar fliparme cuando veo la cara de Carletes cuando le llevo una «sorpre…» y eso que mi hermana nos lo ha prohibido desde hace tiempo.

Por eso esta carta me ha gustado tanto, y la copio entera, porque no aparece la fuente en la página donde la he encontrado, tan sólo la firma al final, y la petición de que la compartamos.

De todas formas dejo aquí el link de la página donde la han colgado.

 

 

Tú siempre robaste mi encanto. Tú les dabas todo lo que querían. Tú jamás dijiste que no cuando te pedían algo.
Una segunda porción de postre. Dulces antes de la cena. Un par de minutos más en el baño. Dinero para el camión de helados.
Me esforzaba para demostrarte respeto y aprecio mientras intentaba que no malcriaras a mis hijos.
Creí que los convertirías en malcriados egoístas al darles todo lo que querían. Creí que nunca aprenderían a esperar, a tomar turnos, a compartir porque siempre les cumplías sus deseos tan pronto abrían la boca y señalaban.
Los mecías por mucho tiempo después de que se hubieran quedado dormidos. ¿No entendías que yo necesitaba que aprendieran a dormirse por sí solos?
Tú corrías a verlos tan pronto hacían el ruido más pequeño. ¿Cómo podrían aprender a calmarse solos?
Estuve resentida porque les comprabas los regalos más caros en sus sus cumpleaños y en Navidad. ¿Cómo podría competir contigo?
Y cómo amaban pasar las tardes contigo. Preparabas sus cosas favoritas para la cena: tres platos diferentes para tres niños diferentes. Y siempre tenías una pequeña sorpresa. Un regalito, dulce o un premio especial. Yo no quería asociarte con regalos y dulces. Creí que ellos debían amarte por lo que eras. Intenté decirte esto pero no escuchabas.
Dediqué mucho tiempo pensando por qué hacías todas esas cosas y cómo hacer que te calmaras. Sé que se supone que las abuelas son para “malcriar” y después mandarlos de vuelta a casa, pero tú eras… ridícula.
Hasta que te fuiste.
Tuve que juntar a mis chicos y decirles que su abuela había muerto. No parecía posible, se suponía que estarías allí para sus momentos especiales: bailes, graduaciones, bodas. Pero ellos perdieron a su abuela demasiado pronto. No estaban listos para decir adiós.
Durante esos años que deseaba que los dejaras de malcriar, jamás pensé en lo mucho que los amabas.
 Tanto que lo demostrabas de todas las maneras posibles. Tu cocina. Los regalos. Los dulces y golosinas. Tu presencia. La manera en que recordabas con detalle los momentos especiales, si era una atrapada perfecta en el campo de juegos o una nota desentonada en un concierto escolar.
 Tu amor de abuela por ellos no conocía límites. Tu corazón derramaba amor por todo lugar posible: tu cocina, tu libro de bolsillo, tus palabras y tus brazos incansables.
No tiene sentido lamentarse, pero a veces pienso en cómo lo pensaba todo mal. Estaba tan equivocada al percibir tu generosidad…
Mis hijos, ahora adolescentes, te extrañan profundamente. Y no extrañan tus regalos ni tu dinero. Te extrañan a ti.
Ellos extrañan correr a recibirte en la puerta y abrazarte aún antes de poner un pie dentro de la casa. Extrañan mirar a las gradas y verte, una de sus mayores admiradoras, sonriendo y concentrada en tener su atención. Ellos extrañan hablar contigo y escuchar tus palabras de sabiduría, ánimo y amor.
Si pudiera hablar contigo una última vez, te diría que cada vez que un momento precioso me roba el corazón, cada vez que los miro llegar a una nueva meta y cada vez que me sorprendo con su perseverancia, talentos o triunfos, pienso en ti. Y deseo que ellos pudieran tenerte de vuelta.
Regresa y ámalos una última vez como nadie en el mundo lo hace. Trae tus dulces y tus sorpresas. Recompénsalos con regalos por sus más pequeños logros. Prepara cuidadosamente sus comidas favoritas. Llévalos a donde quiera que quieran ir. Todo sólo porque los amas.
Regresa y mira cuánto han crecido. Mira cada chico convertirse en su propia versión de un hombre joven. Estremécete conmigo mientras admiramos como la familia, los amigos, el tiempo y el amor los ayudó a crecer tan hermosamente con los años.
Y cuanto más deseo que regreses, más me doy cuenta de que jamás te fuiste.
Ahora lo entiendo. Se que los amaste en todo modo posible. Sé que ser su abuela te dio alegría y propósito. Y claro que sé que no puedes regresar, pero sé que tu amor por ellos siempre permanecerá. Tu amor los cimentó y protegió de maneras que no pueden ser descritas. Tu amor es una gran parte de lo que son ahora y de lo que serán cuando crezcan. Por esto, por cada premio y regalo, y cada vez que los meciste por demasiado tiempo o los consolaste mucho o los dejaste quedar despiertos hasta tarde,… por esto yo siempre te estaré agradecida.
Y desearé un millón de veces que lo pudieras hacer de nuevo.
(Tina Plantamura)
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#losmartescon2; eres un niño MUY BUENO

 Hoy me has preguntado si eres educado, si eres bueno…

Eres muy bueno

 

Muchas noches me acuesto con la mala
sensación de haber hablado regular de ti, pequeño. Mi pequeño rabillo de lagartija,
mi niño mayor, mi bebé grande, cada día digo que no lo voy a hacer más, que no
te voy a etiquetar, que no seré yo quien te dirija hacia eso, pero al día
siguiente me preguntan, porque todos preguntan, y no me siento capaz de decir
que eres buenísimo. ¡Y eso que lo eres! Lo que pasa es que lo que en realidad
preguntamos es si eres uno de esos niños que comen muy bien, duermen mucho, son
tranquilos y hacen a la primera lo que los mayores le dicen. Y ese precisamente
no es tu perfil, por eso no me sale decir que eres bueno.

 

Eres muy bueno

 

  Sé que es lo
que debería hacer, que cuanto más te lo diga más lo creerás tú y lo creeré yo,
y lo serás. ¡Y que nadie es bueno o malo con 2 años! Pero se me hace difícil.

 

 

Se me hace difícil aceptar que los demás piensen que es
fácil, que tengo tiempo de hacer muchas cosas porque he tenido mucha suerte con
mis niños. Y la he tenido, claro que sí, muchísima, más de la que nunca podría
haber soñado, pero fácil no es. Criar a los hijos no es una cosa fácil, no es fácil
evitar cada día que te abras la cabeza en todas esas actividades peligrosíiisimas que me adviertes que vas a hacer, no es nada fácil
asumir cuánto te pareces a mí, cuánto de mis peores cosas te he transmitido…
Cada día que pasas al lado de tu hijo es un reto, es un esfuerzo continuo que me hace llegar a la
cama agotada y no hablo de correr detrás tuya o cambiarte los pañales, hablo de
contar hasta 10 o hasta 20, 300 veces cada día, de reinventar mis ideas, mi
forma de ver la educación, mi manera de dirigirme a ti. Tampoco es fácil ver
cómo te tratan otras personas, cómo se desesperan cuando no obedeces, cuando te
enfrentas a ellos, cuando muestras de la única forma que sabes que eres una
personita independiente, con tu propio criterio, que tienes tus ideas y son
igual de válidas que las nuestras. Pero has venido a un mundo que aún no lo ha
comprendido, hijito, un mundo que sigue pensando que las cosas se
hacen así
y que los niños buenos
obedecen
. Un mundo que se cree con derecho
a amenazarte, a manipularte, a anular tu voluntad para que «aprendas a
ser humilde», para que «respetes a los mayores», esos mismos
mayores que no muestran el mas mínimo respeto por tus emociones, por tus
miedos, por tu criterio de bebé grande que casi siempre sabe lo que quiere.

 

Eres muy bueno

 

No fue fácil esperarte, no fuiste un bebé fácil; no era
fácil distraerte, ni dormirte, ni dejarte con nadie. Te recuerdo llorando a menudo, siempre exigiendo, demandando mucha más atención de la que éramos
capaces de prestarte, te recuerdo mirándome como si me comprendieras casi desde
que te conocí.

 

No fuiste fácil, no lo eres ahora.

 

 

Nada de eso significa que no seas bueno.

 

 

 

Y eso es lo que repetiré las veces que haga falta, aunque sea a costa de
mi propia imagen de madre, aunque crean que soy una blandengue y te mimo
demasiado, yo lo que de verdad creo es que nunca es demasiado el cariño, nunca
es demasiada la paciencia, nunca es demasiada la comprensión…

 

Eres una personita maravillosa, eres divertido, eres
sensible y eres muy, muy listo. No permitas que nadie te haga dudar de eso con
la simple excusa de hacerte humilde. Sé humilde sabiendo lo que vales, porque
tiene mucho más mérito.

 

 

A mí me encanta cómo eres.

 

 

Ya sabes que yo no te castigo, ni te pegaré nunca, que no te
amenazo ni te comparo con nadie, que no hago chantajes, que intento no gritar
aunque a veces no pueda más y se me escape un «Carlos» más fuerte de
la cuenta. De verdad que no me gusta hacerte llorar a veces cuando hay que
dormir y dejar de saltar en la cama; perdóname, yo también estoy cansada, tu
hermano también demanda, no es culpa tuya pero a veces yo tampoco puedo más…
Y aun así sé que no debería.

 

 

Eres bueno independientemente de cómo te portes un día,
independientemente de que nos enfademos de vez en cuando.

 

 Por eso si me
preguntan, prefiero hablar de tus virtudes, no sólo de lo listo que eres, porque
tienes muchísimas más; hablaré de tu sensibilidad, de lo generoso que eres, ¡de
lo bien que se te da negociar!, de lo divertido que es estar contigo, de cómo
me haces reir, de que no cambiaría ni un segundo de los que paso contigo por
hacer ninguna otra cosa en el mundo (excepto, a veces, dormir 😉 )

 

 

Volveré a hablar de esa luz que tienes dentro, de que eres
un pequeño terremoto que provoca sonrisas de admiración allá donde va. Volveré
a hablar de tu magia, de lo felices que nos haces cada día. Tienes tantas cosas
buenas que si empiezo hablando de ellas seguramente no me dará tiempo a llegar
a las menos buenas. Y sabes qué te digo? Que esas pueden ser también virtudes,
sólo hay que aprender a usarlas! Que ser cabezota esta muy, muy cerca de ser
constante, de no rendirse, de luchar por lo que quieres. Y saber lo que quieres
es una gran ventaja.

 

Yo siempre voy a ser tu principal defensora.
Porque si tú y yo lo creemos, puedes ser cualquier cosa, y yo lo creo. Porque
el carácter fuerte, si consigues usarlo bien, es más útil en la vida que los
ojos azules, te lo prometo (yo sé de una que encontró trabajo por eso 😉 ).

 

 

Porque con la llegada de Martín y ahora encima la vuelta al
trabajo te dedico mucho menos tiempo que antes, pequeño. Y los 2 lo notamos.
Porque mucho de ese tiempo son los minutos de la basura como los llama papá; te
cambio, te doy la comida, te duermo. Charlamos, sí, pero no nos dedicamos
simplemente a jugar y sé que lo echas de menos.

 

 

 Y eso hace que
reclames mi atención como sea, como cuando me dijiste que te habías portado mal
porque querías que yo te mirara.

 

Ya lo sé, hijo, ya lo sé.

 

Yo también quiero más ratitos para sólo mirarte, y también
para mirar sólo a Martín, pero los 2 reclamáis cosas distintas, y la vida
reclama otras más.

 

 

Pero claro que eres buenísimo.

 

 

Y me voy a encargar de recordártelo cada día.

 

 

Edito para aclarar que no tengo un delincuente juvenil en casa, sólo un bebé de 2 años haciendo las cosas propias de su edad. Sólo que yo iba para novelista y me quedé en cuenta cuentos así que despliego mi dramatismo por aquí 😉 
Y oye, me ha dado pena que él mismo dudara de si es bueno por lo que pueda oir a otras personas…