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#losmartescon2; Costa amalfitana III

Tercer y último post sobre nuestra escapada a la Costa Amalfitana o cómo flipar tanto con tu niño que se te olvide fotografiar lo que visitas y sólo tengas «objetivo» para él 😉

Después del buen sabor de boca que nos había dejado la excursión en barco a Positano, el último día decidimos coger otra vez el ferry e ir a visitar Capri, que me sorprendió bastante positivamente -aunque había bastante gente, eso sí-.
Un día tranquilo en el que nos dedicamos a pasear por sus callejas,

 

 

 

 

(ahí le entraron ganas de llamar a tia ana)

A pararnos en los puestecillos de cualquier cosa,

¡A tomar helados!

 

 

a disfrutar de las vistas,

 

 

y por la tarde a darnos un baño en otra de esas calas de piedras que daban al agua un color tan increible:

Una excursión que pocos nos recomendaron por la masificación de gente que suele ir en verano pero que, yendo sin prisas y con la intención de dar un paseo, sin duda merece la pena. Eso sí, si vais en otra época del año quizás podáis conocer la otra parte de la isla que dicen que es más
bonita pero que nosotros descartamos principalmente por el calor y por no darle la paliza a Carlos, que está visto que disfruta más cuando los planes no están sobrecargados de visitas y hay tiempo para pararse en cada esquina, alcantarilla, ventana o cualquier cosa interesante que encuentre por el camino.

Podéis ver el resto de los post sobre la Costa amalfitana, incluido el de nuestra casita allí, aquí y aquí.

 

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#losmartescon2; Costa Amalfitana con niños II

A estas alturas de año parece que ya apetece ir pensando en vacaciones, así que vamos a ver si seguimos contándoos la escapada que hicimos el veranos pasado a la Costa Amalfitana:
Podéis ver los 2 primeros post aquí y aquí

 

Fue un viaje tranquilo porque con un niño y una embarazada tampoco teníamos gana de correr mucho, así que nos dedicamos a disfrutar de cada momento, también de esas cosas que a veces en casa se hacen con prisas y las vacaciones pueden ser una oportunidad para hacerlas divertidas,
El segundo día decidimos dejar el coche en casa y cogernos un barquito rumbo a Positano, así  el camino se nos hacía más entretenido a todos,

 

E
íbamos disfrutando de los paisajes;

Una de las cosas más bonitas de la
costa Amalfitana son precisamente las vistas desde el mar, los
acantilados, los pueblitos colgados de las montañas, las casitas de
colores, como sacadas de un cuadro…

¡Ya llegamos!
La entrada a Positano es preciosa…
 Como
hacía mucho calor, lo primero que hicimos al llegar fue coger un taxi
de agua e irnos a dar un baño en una playa
muy recomendable, Arienzo, una cala de aguas cristalinas rodeada
de acantilados y muy cerca del pueblo,

 

 

Nos
gustó tanto que decidimos quedarnos a probar la pasta fresca y el
tiramisú en su chiringuito para darnos otro baño por la tarde

Cuando fue cayendo un poco el sol cogimos el taxi de vuelta a Positano,

 

 

 

Y entonces pudimos disfrutar sus callejas con mejor temperatura;

 

Llenas
de visitantes, mercadillos de artesanias, locales que ofrecían pizzas
recién hechas y helados artesanos, músicos callejeros, etc.

 

 

Hasta
que llegó la hora del último ferry y hubo que volver a nuestro
pueblecito al lado de Salermo donde nos esperaba una grata sorpresa…

 

 

 

 

 

El pueblo estaba de verbenas!

Con lo que le gustan las verbenas a unos
que yo me sé… Así que pasamos por casa a darnos una ducha y bajamos a la plaza donde había un montón de hornos de leña que impregnaban el ambiente de un olor… Umm

y por supuesto, ¡la
orquesta!

No había quien arrancara de allí al bailarín de «yo sin tí y
tú sin mí» 😉

La verdad es que fue un día muy muy completo y viendo las fotos me han entrado unas ganas de verano… ¿a vosotros no?
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#losmartesconCarlos; Costa Amalfitana I

Como fue una escapadita corta pero muy bien aprovechada, la hemos dividido en varios post para poder ir recomendando alojamientos, sitios para comer, paseos, etc.

Así que hoy la primera parte…

 Esta vez no hubo problemas con el tamaño del equipaje de mano 😉

 y desde luego el trayecto fue muucho más entretenido!

 Como ya os contamos aquí, nuestro hotel no estaba exactamente en la costa así que decidimos alquilar un coche (que ya nos venía bien puesto que volamos a Nápoles) y el primer día salimos a explorar la costa sin un rumbo muy determinado,

 Llegamos hasta la bahía de la Conca dei marini en busca de la Gruta de la Esmeralda, muy recomendada por otros viajeros pero que la verdad, a nosotros nos decepcionó bastante;

una gruta pequeñita que se recorre en barca en menos de 5 minutos y cuyo único atractivo son un poco los juegos de colores que provoca la luz del sol al filtarse por un agujero en la piedra.

 Vamos que lo que más nos gustó fueron las vistas desde arriba del ascensor!
Después dimos la vuelta para regresar a Amalfi donde hicimos una parada al borde del mar, justo debajo de Il Convento, el hotel donde nos habría gustado alojarnos,

para probar un poco de gastronomía típica 🙂

 Otra de las ventajas de viajar con niños a Italia es que en las comidas
aciertas seguro, y eso que Carlos come realmente bien pero la cara de
felicidad cada vez que veía pasta, pizza o helaitos

 Por la tarde un ratito de playa,

 casi todas a las que fuimos eran playas de piedras que al principio no le convencian mucho pero la verdad es que el agua estaba limpísimas y muy muy transparente y era un gustazo ver todo el fondo,

Nos dimos unos baños estupendos!

 Cuando pasó un poco el calor dimos un paseo por Amalfi que, además de lo bonito que resulta verlo desde el mar, lo más interesante son el Duomo y el claustro adyacente. El resto, pasear y pasear por sus callejuelas,

 (si puede ser sin carrito!)

Y asomarse a los distintos miradores a ver cómo van volviendo las barquitas al atardecer:

 A la vuelta paramos a cenar en Ravello y creo que fue lo que más nos sorprendió del día;

 Un pueblo encantador, un concierto de música clásica en los jardines de la Villa Rufolo,

 

unas vistas preciosas y otro hotel recomendable, Hotel Caruso 😉


La verdad es que después de todo eso no me extraña que acabáramos así:

El próximo día más recomendaciones!
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#losmartesconCarlos; «Nuestra casa de la Italia»

Nosotros no es que hayamos sido nunca de planear las cosas con tiempo pero este año, después de un principio de verano algo accidentado por los cambios de planes de última hora nos plantamos en la última semana de julio con muchas ganas de vacaciones y ¡sin saber a dónde ir!
Teníamos la primera semana de agosto reservada para hacer un viajecito los 3 juntos, ya que el resto de nuestro verano suelen ser planes más de familia amplia, con unos y con otros, y nos hacía ilusión pasar unos días los 3 antes de que la familia se ampliara un poco y el viajar se complicara durante unos meses.

Los requisitos eran fáciles; un sitio relativamente cercano (nada de
aviones largos), a algún país donde no me diera miedo ir
embarazada de 6 meses, que hiciese buen tiempo, que no hubiera planes
chulos inaccesibles para hacer con barrigón, ni largas palizas de coche en
las que Carlitos se desesperara; un viaje que lo pudiésemos disfrutar tanto Carlos como nosotros… y, claro está, que no fuera muy caro!
Este último requisito anulaba la mayoría de destinos a una semana de la temporada más alta del año,
así
que después de mucho investigar por la red encontramos una oferta en
Voyage privé para una zona que yo llevaba tiempo con ganas de conocer:

La costa Amalfitana

El destino era casi perfecto: cercano,
accesible, con buen tiempo, con planes de paseos y playa y encima…
muy bien de precio! claro, no era ninguno de los hoteles que yo habría
querido pero es que esos eran prohibitivos (el que quiera una lista de
hoteles muy en la línea de esa zona, se la podemos pasar pero sabiendo
que nosotros sólo fuimos a tomar algún café y a cotillearlos un poco 😉
)

En cambio dimos con un hotel que no estaba en la costa propiamente dicha sino en una aldea cercana a Salerno pero que resultó perfecto para el plan que llevábamos,

 Coche de alquiler, un niño pequeño;
excursiones de día, tranquilidad por las noches,

Villa Rizzo,

 Una villa italiana con su caserón, su piscina,

sus desayunos lentos,
sus cenas de queso y vino a la luz de la luna, sus frutales bien
cuidados, y hasta algún zorrito que se nos cruzaba de noche cuando
íbamos a la habitación!

Un hotel muy, muy kid friendly, con enormes habitaciones en las que además de nuestra cama había una camita y una cuna y sobraba espacio para ir con 5 niños mas 😉

Carlos disfrutó recogiendo avellanas que luego intentaba cascar, 

 paseando por allí como Pedro por su casa,

  
-nuestra casita de la Italia la llamaba-,

 arreglando el jardín, planeando barbacoas alrededor del fuego 😉

 
Un hotel en el que pasamos 5 días inolvidables, de esos que te recargan las pilas para el resto del año! (o casi 😉 )
 
En otros post os iremos contando las excursiones que hicimos y
 las cosas que más nos gustaron de la costiera…