Categorías
Unaporuna

Always on my mind

Always on my mind…

[…] Tal vez no estuve ahí para abrazarte, […] no habrá otra oportunidad […]
Tal vez sea lo único que no pueda perdonarme en la vida.

Mañana, o pasado; esta semana te volvemos a necesitar, como todos los días, o quizás más que ninguno. Sabemos que estarás, que estaremos todos juntos.
YOU ARE ALWAYS ON MY MIND

Felices 3, angelito.
 Claro que siempre estás.
Categorías
Unaporuna

Carta a Alvarito…

Antes de que tu nacieras, un día le mandé a tu papá el
párrafo de esta canción, porque me recordaba a ellos, a ti, a los 3, a la
suerte tan increíble que tenían…

En el
mundo genial de las cosas que dices,
hay historias de buenos y malos felices,
ceremonias de vivas, sonrisas al verte
como diablos se puede tener tanta suerte

En el mundo genial de las cosas que dices,
hay tesoros de hadas, planetas en grises
con millones de estrellas que llenan
mi mente
yo no sé si se puede quererte más fuerte…

Ahora
más que nunca esas estrellas llenan mi mente, nuestra mente, la de todos…Pero
han pasado los meses, y ahora es otra la canción que me recuerda a ti….
Me
preguntaba,
Cómo sería besarte,
Cómo sería llamarte,
Cómo sería llevarte,
De la mano a nuestro parque.

Y me preguntaba,
Si jugarías al fútbol como él,
Si te parecerías a mí,
Y si ella te cedería su dulzura también.

Ahora lo sé,
Sólo pregunto el por qué,
Cómo en apenas segundos,
Cuando te vi la cara,
Te comencé a querer.

Y sólo tú…
Haces que llore riendo,
Haces que ría llorando,
Y me pregunto cómo algo
Tan pequeño puede invadir
La caja de mis recuerdos,
Los que ya apenas recuerdo
Si tú no estás en ellos…
Sólo tú.

Sólo tú…

Cada una de las frases de esta canción, reflejan
exactamente lo que siento…Como algo tan pequeño (aunque eras bien gordito!!!!) ha
podido llenar tanto nuestras vidas…de amor y de vacío…de aprendizajes y de
miedos…mezclaste todos los sentimientos que se pueden tener a la vez…los
buenos con los malos, los mejores con los peores. Te imaginamos tantas veces….
No entendíamos nada de lo que estaba pasando, y yo, dos años después sigo
sin entenderlo del todo, pero de todos los consejos, charlas, intentos de ánimo y consuelo
que nos dieron, (tu abuelita tuvo la fuerza que nos hacía falta a todos, y
buscó las mil maneras de ayudarnos a estar cada día, un poco mejor) me quedo
con uno: Todos tenemos una MISIÓN al nacer, y cada uno tiene su tiempo, su vida
para cumplirla. Algunas personas necesitan muchos años, y otras menos. Claramente tú tardaste 3 días en cumplir tu misión en el mundo, cuando
muchas personas tardan casi 80 años. Que suerte la tuya, que ahora estarás allí
arriba, jugando con globos y nubes de colores…

Gracias pequeño, por cuidar tanto de todos nosotros, por ser el mejor Ángel de la Guarda que nadie pueda tener, y sobre todo, por mandarnos el MEJOR REGALO DEL MUNDO, justo un año más tarde, cuando sabías que estábamos preparados para recibirlo con la mayor ilusión. Nunca dejes de cuidarlo y protegerlo como hasta ahora. Él tiene mucha suerte de tenerte como hermano mayor…

                                                            Te quiero mucho, Alvarito

Categorías
Unaporuna

Voluntariado, Miedo y ese Ángel de la Guarda.

Hace unos años, cuando vivía en Madrid, hice voluntariado de niñas huérfanas durante un año. Uno o dos días en semana iba con dos amigas después de trabajar a un orfanato a jugar con niñas de otros países que sus padres no podían hacerse cargo de ellas y estaban bajo la tutela de unas monjitas. Nuestra labor allí era sencilla: estábamos un rato jugando con ellas (intentábamos organizarles juegos o actividades que les gustaran), luego las ayudábamos a ducharse y les dábamos la cena. El cariño que poco a poco ellas nos iban cogiendo a nosotras y viceversa no es comprensible para el poco tiempo que pasábamos juntas. Las más pequeñitas se agarraban a nuestras piernas cuando nos íbamos y no nos soltaban. Fue una experiencia que nos aportó más a nosotras que a ellas, de eso estoy segura.

Estas son algunas de las niñas con las que pasábamos las tardes aquellas de invierno, en las que jugar después de trabajar se convirtió en una bonita rutina.
 Mi familia siempre ha colaborado de alguna forma en voluntariados, especialmente mi hermana, yéndose a otros países a pasar unos meses ayudando en lo que hiciera falta. Eso os lo contará ella en otros post, porque creo que puede servir de ayuda a mucha gente con las mismas inquietudes que nosotras.
Pero desde hace unos meses y como mi horario laboral me lo permite, estaba buscando algún tipo de voluntariado en Sevilla. No sabía exactamente qué quería, si orfanato otra vez con niños o probar algo distinto. Mi hermana ha colaborado mucho con la Cruz Roja, pero a mí no me llamaba especialmente la atención. De entre todas las opciones que busqué, hubo 3 que me gustaron mucho: Niños pequeños que están en la cárcel porque sus madres están allí; orfanato o niños con cáncer. Esta última opción me la comentó mi prima y fue la que me atrajo en un principio.
Desde que tengo un ángel de la guarda ahí arriba, me ha cambiado la forma de ver la vida. Suena a tópico, pero es lo que a mí me ha pasado. Aquel invierno hace ahora dos años en el que tuve que entender  o intentar entender (aún no lo he conseguido) porqué un bebé con toda la vida por delante y con muchas ganas de comerse el mundo tenía que irse así de repente, me rompió en 2 partes. Fue un golpe fuerte contra una realidad a la que, afortunadamente, muchos no estamos acostumbrados. Y yo, que había tenido MIEDO siempre a todo, comprendí que el miedo es otra cosa. Y por supuesto que a veces se me olvida y vuelvo a sentir miedo por cosas que no merecen la pena. 
Pero el otro día, después de nuestra charla con una de las tutoras de la AECC (asociación española contra el cáncer) tuve claro que ése era el voluntariado que estaba buscando. Y encima me sentí egoísta, porque creo que me va aportar más a mí, que al paciente. Nos dijeron que para estar con los niños ya había demasiada gente y lo que se necesita de verdad es ayudar a las personas mayores. Escucharlas, animarlas, consolarlas e intentar transmitirles toda la energía positiva y las ganas de luchar que podamos. Ellos en la mayoría de los casos no quieren preocupar a sus familiares, hijos, marido o mujer, y buscan ese hombro donde poder llorar. Donde poder desahogarse, porque como ella misma nos explicó tienen mucho miedo a no poder vencer a su enfermedad, y no ver como crecen sus hijos.
Salimos de allí con el corazón en un puño, sabiendo que será duro, pero que es lo que queremos hacer, que se necesita y además estoy segura que cada día será un nuevo aprendizaje sobre eso que todo el mundo habla…sobre la vida.