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Para perderse Unaporuna

#losmartescon2; Costa Amalfitana con niños II

A estas alturas de año parece que ya apetece ir pensando en vacaciones, así que vamos a ver si seguimos contándoos la escapada que hicimos el veranos pasado a la Costa Amalfitana:
Podéis ver los 2 primeros post aquí y aquí

 

Fue un viaje tranquilo porque con un niño y una embarazada tampoco teníamos gana de correr mucho, así que nos dedicamos a disfrutar de cada momento, también de esas cosas que a veces en casa se hacen con prisas y las vacaciones pueden ser una oportunidad para hacerlas divertidas,
El segundo día decidimos dejar el coche en casa y cogernos un barquito rumbo a Positano, así  el camino se nos hacía más entretenido a todos,

 

E
íbamos disfrutando de los paisajes;

Una de las cosas más bonitas de la
costa Amalfitana son precisamente las vistas desde el mar, los
acantilados, los pueblitos colgados de las montañas, las casitas de
colores, como sacadas de un cuadro…

¡Ya llegamos!
La entrada a Positano es preciosa…
 Como
hacía mucho calor, lo primero que hicimos al llegar fue coger un taxi
de agua e irnos a dar un baño en una playa
muy recomendable, Arienzo, una cala de aguas cristalinas rodeada
de acantilados y muy cerca del pueblo,

 

 

Nos
gustó tanto que decidimos quedarnos a probar la pasta fresca y el
tiramisú en su chiringuito para darnos otro baño por la tarde

Cuando fue cayendo un poco el sol cogimos el taxi de vuelta a Positano,

 

 

 

Y entonces pudimos disfrutar sus callejas con mejor temperatura;

 

Llenas
de visitantes, mercadillos de artesanias, locales que ofrecían pizzas
recién hechas y helados artesanos, músicos callejeros, etc.

 

 

Hasta
que llegó la hora del último ferry y hubo que volver a nuestro
pueblecito al lado de Salermo donde nos esperaba una grata sorpresa…

 

 

 

 

 

El pueblo estaba de verbenas!

Con lo que le gustan las verbenas a unos
que yo me sé… Así que pasamos por casa a darnos una ducha y bajamos a la plaza donde había un montón de hornos de leña que impregnaban el ambiente de un olor… Umm

y por supuesto, ¡la
orquesta!

No había quien arrancara de allí al bailarín de «yo sin tí y
tú sin mí» 😉

La verdad es que fue un día muy muy completo y viendo las fotos me han entrado unas ganas de verano… ¿a vosotros no?
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Una carta a su suegra.

Lo siento, pero me siento un poco identificada con esta «suegra». Como tía, me encanta hacerle regalitos a los niños, mimarlos y consentirles, no puedo evitar fliparme cuando veo la cara de Carletes cuando le llevo una «sorpre…» y eso que mi hermana nos lo ha prohibido desde hace tiempo.

Por eso esta carta me ha gustado tanto, y la copio entera, porque no aparece la fuente en la página donde la he encontrado, tan sólo la firma al final, y la petición de que la compartamos.

De todas formas dejo aquí el link de la página donde la han colgado.

 

 

Tú siempre robaste mi encanto. Tú les dabas todo lo que querían. Tú jamás dijiste que no cuando te pedían algo.
Una segunda porción de postre. Dulces antes de la cena. Un par de minutos más en el baño. Dinero para el camión de helados.
Me esforzaba para demostrarte respeto y aprecio mientras intentaba que no malcriaras a mis hijos.
Creí que los convertirías en malcriados egoístas al darles todo lo que querían. Creí que nunca aprenderían a esperar, a tomar turnos, a compartir porque siempre les cumplías sus deseos tan pronto abrían la boca y señalaban.
Los mecías por mucho tiempo después de que se hubieran quedado dormidos. ¿No entendías que yo necesitaba que aprendieran a dormirse por sí solos?
Tú corrías a verlos tan pronto hacían el ruido más pequeño. ¿Cómo podrían aprender a calmarse solos?
Estuve resentida porque les comprabas los regalos más caros en sus sus cumpleaños y en Navidad. ¿Cómo podría competir contigo?
Y cómo amaban pasar las tardes contigo. Preparabas sus cosas favoritas para la cena: tres platos diferentes para tres niños diferentes. Y siempre tenías una pequeña sorpresa. Un regalito, dulce o un premio especial. Yo no quería asociarte con regalos y dulces. Creí que ellos debían amarte por lo que eras. Intenté decirte esto pero no escuchabas.
Dediqué mucho tiempo pensando por qué hacías todas esas cosas y cómo hacer que te calmaras. Sé que se supone que las abuelas son para “malcriar” y después mandarlos de vuelta a casa, pero tú eras… ridícula.
Hasta que te fuiste.
Tuve que juntar a mis chicos y decirles que su abuela había muerto. No parecía posible, se suponía que estarías allí para sus momentos especiales: bailes, graduaciones, bodas. Pero ellos perdieron a su abuela demasiado pronto. No estaban listos para decir adiós.
Durante esos años que deseaba que los dejaras de malcriar, jamás pensé en lo mucho que los amabas.
 Tanto que lo demostrabas de todas las maneras posibles. Tu cocina. Los regalos. Los dulces y golosinas. Tu presencia. La manera en que recordabas con detalle los momentos especiales, si era una atrapada perfecta en el campo de juegos o una nota desentonada en un concierto escolar.
 Tu amor de abuela por ellos no conocía límites. Tu corazón derramaba amor por todo lugar posible: tu cocina, tu libro de bolsillo, tus palabras y tus brazos incansables.
No tiene sentido lamentarse, pero a veces pienso en cómo lo pensaba todo mal. Estaba tan equivocada al percibir tu generosidad…
Mis hijos, ahora adolescentes, te extrañan profundamente. Y no extrañan tus regalos ni tu dinero. Te extrañan a ti.
Ellos extrañan correr a recibirte en la puerta y abrazarte aún antes de poner un pie dentro de la casa. Extrañan mirar a las gradas y verte, una de sus mayores admiradoras, sonriendo y concentrada en tener su atención. Ellos extrañan hablar contigo y escuchar tus palabras de sabiduría, ánimo y amor.
Si pudiera hablar contigo una última vez, te diría que cada vez que un momento precioso me roba el corazón, cada vez que los miro llegar a una nueva meta y cada vez que me sorprendo con su perseverancia, talentos o triunfos, pienso en ti. Y deseo que ellos pudieran tenerte de vuelta.
Regresa y ámalos una última vez como nadie en el mundo lo hace. Trae tus dulces y tus sorpresas. Recompénsalos con regalos por sus más pequeños logros. Prepara cuidadosamente sus comidas favoritas. Llévalos a donde quiera que quieran ir. Todo sólo porque los amas.
Regresa y mira cuánto han crecido. Mira cada chico convertirse en su propia versión de un hombre joven. Estremécete conmigo mientras admiramos como la familia, los amigos, el tiempo y el amor los ayudó a crecer tan hermosamente con los años.
Y cuanto más deseo que regreses, más me doy cuenta de que jamás te fuiste.
Ahora lo entiendo. Se que los amaste en todo modo posible. Sé que ser su abuela te dio alegría y propósito. Y claro que sé que no puedes regresar, pero sé que tu amor por ellos siempre permanecerá. Tu amor los cimentó y protegió de maneras que no pueden ser descritas. Tu amor es una gran parte de lo que son ahora y de lo que serán cuando crezcan. Por esto, por cada premio y regalo, y cada vez que los meciste por demasiado tiempo o los consolaste mucho o los dejaste quedar despiertos hasta tarde,… por esto yo siempre te estaré agradecida.
Y desearé un millón de veces que lo pudieras hacer de nuevo.
(Tina Plantamura)
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Un año más… esta semana nos vemos en El Lagarillo!

Como el año pasado y el anterior, esta semana no nos busquéis por aquí, si queréis algo de nosotras, directamente en El Lagarillo ;)!

En realidad iremos menos que otros años; niños, trabajos y obligaciones varias, pero tendremos por allí algún buen representante así que estamos tranquilas :). Además el fin de semana lo hemos disfrutado bien, y hemos recordado el porqué del nombre de la calle del Infierno… pero ¡qué divertida es cuando vas con enanos!
A todos los que podáis disfrutarla,

¡FELIZ FERIA DE NUESTRA SRA DE LA SALUD!
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Mensaje del PAPA. El mejor Regalo.

Estoy de vuelta a casa en el ave, malucha y con un día un poco duro de trabajo. Sinceramente no pensaba publicar, porque cuando no hay ganas de algo, mejor no hacerlo. Pero me ha llegado este mensaje del PAPA que me ha gustado mucho. Y como las cosas buenas y bonitas se comparten, aquí os lo dejo…y espero que lo tengáis en cuenta y que paséis un muy feliz fin de semana!

Al envejecer, y ser más sabios, lentamente nos damos cuenta de que:

Un reloj de 3000 € marca la misma hora que un reloj de 30 €.

Una cartera de 300 € carga el mismo dinero que una de 30 €.
La soledad en una casa de 70 metros cuadrados o de 300 es la misma.Espero que un día te des cuenta de que tu felicidad interna no viene de las cosas materiales en el mundo.

No importa si viajas en primera clase o en la económica, igual bajas si el avión se cae.

Espero que te des cuenta que, cuando tienes amigos y hermanos con quienes hablar, reír, y cantar, eso es verdadera felicidad.

5 hechos indiscutibles de la felicidad:

1 – No eduques a tus hijos para ser ricos, edúcalos para ser felices, para que vean el valor de las cosas y no su precio.

2 – Las palabras mas galardonadas en Londres: Come tu comida como si fuera tu medicina, o tendrás que tomar tu medicina como si fuera comida.

3 – La persona que te ama nunca te dejará. Aún si hay 100 motivos para rendirse, encontrarán una razón para quedarse.

4 – Hay una gran diferencia entre un ser humano y ser un humano. Muy pocos la entienden.

5 – Eres amado cuando naces y serás amado cuando mueras.

Los seis mejores doctores en el mundo:
Luz solar, descanso, ejercicio, dieta, confianza en uno mismo y… amigos.

Mantenlos durante todas las etapas de tu vida y disfruta de una vida sana.

El MEJOR REGALO que le puedes dar a alguien es tu tiempo y SIEMPRE se le regala a la familia o a un buen amigo. Que Dios te colme de bendiciones. Tómate el tiempo para enviar este mensaje cuando menos a alguien de tu familia o a un buen amigo. CLARO CUANDO TENGAS TIEMPO…

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Ñam Ñam Unaporuna

#losmartescon2; Gofres

Ya sé, ya sé, nos pedís más recetas de salado y, si pueden ser light, mejor, pero es que a mí me divierte mucho más cocinar dulce! Y además me parece más fácil para hacerlo con niños 🙂
A diario es verdad que intento evitar tanto azúcar como harinas refinadas para los niños, y normalmente las recetas que os ponemos de tartas y esas cosas son con motivo de cumples, santos, reuniones con amigos y demás excepciones peeero tengo que reconocer que la receta de hoy la hicimos un día cualquiera para desayunar Carlos y yo solos, jj

Hacía un tiempo que habíamos comprado una gofrera y ese día era especial porque íbamos a estrenar nuestro porche, un pequeña zona techada que añadimos delante de la casa el verano pasado,

Ya lo habréis visto en otras fotos de la verbena de los 30, etc. pero éste fue el primer día que desayunamos nosotros dos en nuestra mesa de bobina que tanto tiempo buscamos hasta que mi padre nos la consiguió:

Bueno y a lo que íbamos, quizás no hoy ni mañana, quizás tengáis también que buscar una buena excusa para celebrar algo pero si os gustan los gofres, tenéis que probar esta receta!

Ingredientes:

El azúcar perlada nos costó bastante encontrarla aquí en España pero al fin dimos con ella en Carrefour 😉

Elaboración:

Primero mezclamos huevos, vainilla, sal, la mitad de la mantequilla y
la leche con la levadura previamente disuelta, batimos bien con las
varillas y vamos añadiendo poco a poco la harina. Tapamos con un paño y
dejamos reposar aprox una hora, hasta que leve la masa.

Luego
mezclamos con el resto de la mantequilla a temperatura ambiente y
añadimos el azúcar perlada. Amasamos y dividimos en bolas como de unos
100 gramos, y dejamos reposar media hora más (los tiempos de reposo siempre son un rollo pero son importantes para la textura final).

Por último calentamos la gofrera y vamos metiendo las bolas de masa unos 3-4 minutos cada una.

Y ya sólo falta buscaros un buen ayudante para hacer alguna foto antes de que desaparezcan:

 

 

Aviso importante: para que salgan bien la gofrera es fundamental; nosotros probamos antes con otros tipos, incluso con la sandwichera, y los resultados fueron bastante desastrosos, lo advierto.

Nada que ver con esta pinta:

Y desde aquel día que mandé alguna foto al grupo de whatsapp de mis amigas tenemos pendiente una merienda en casa a base de gofres y green smoothies, una combinación un tanto rara… 

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DIY Unaporuna

#elladijosí; Empieza la temporada de bodas

Y con ella la eterna pregunta,

 ¿Qué me pongo?

Afortunadamente para mí, atrás quedaron esos años de 14 o 16 bodas y muchas muy apetecibles porque eran de amigos cercanos, lo que significa tener la mayoría de los fines de semana de buen tiempo ocupados + tener que buscar vestido + zapatos + en muchos casos desplazamiento + encima la «moda» de llevar algo en la cabeza… Menos mal que ver luego a tus amigos felices lo compensa todo ;)!

El caso es que ante ese panorama, hubo años en que intenté hacerme yo algún vestido (menos mal que soy de cosas sueltas que disimulan más las costuras ?) y lo que casi siempre nos hacemos son las «cosas de la cabeza», como ya os enseñamos aquí.

El modelo que os traemos hoy es, sin duda, el más simple de cuantos
hemos hecho pero una amiga me pidió que lo pusiera por aquí porque nunca
viene mal tener recursos rápidos…

Sólo necesitamos un canotier,
que reconozco que me encantaban al principio, hace ya 4 años que le
compré el primero que tuve a Lucía Be, pero que ahora ya me saturan un
poco porque han perdido hasta su forma de sombrero planito y a menudo
son sombreros de paja adornados con flores…
Pero bueno, favorecen y
siempre se pueden adornar de alguna forma distinta! Nosotras usamos un
permanente de color negro (era para un mono rosa maquillaje y elegimos
negro para darle algo de fuerza al resultado final) y cuero también de
color negro.

Lo único que hicimos fue ir pintando de negro
segmentos alternos de paja o del material que sea el canotier, hasta
simular una especie de chevron:

 

Para terminarlo un poco más
forramos la parte interior del sombrero de cuero negro y por último,
recortamos un bigote del mismo cuero y lo pegamos en la parte de atrás
como un guiño a la historia de los bigotes que os contamos aquí (esto
último lo hice en el coche camino de la Iglesia, para que os hagáis una
idea de la poca elaboración que lleva).

-Por cierto algún día tenemos que contaros la historia de ese mueble de
«parches» que es el que guarda tooodos nuestros materiales de
manualidades!-

 

Y aquí está el resultado final, ¿qué os parece?

 

 

Nosotros este año no tenemos muchas bodas pero tenemos LA boda 🙂.
Y alguna más importante poco después!
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Tienes 30 años y estás agotado? Tienes que leer esto…

Voy en el ave a Madrid. Allí tengo reunión de trabajo y luego cojo avión a Manchester. De Manchester vuelo a Málaga y vuelta el viernes Me gustaría ir a cenar a Córdoba para recoger a Carletes, llevarlo el sábado a un cumple en Sevilla y poder ir el domingo al acuario. Muchos piensan que paso mucho tiempo con él. Para mi, nunca es demasiado. Seguramente acabe el domingo «muerta matá» como digo yo cuando estoy agotada; pero la otra opción sería pasar el fin de semana tumbada esperando que llegue el lunes para volver a empezar.

Y así todos los fines de semana de bodas, viajes o cumpleaños y si no hay nada oficial, ya inventaremos algún plan 😉

Y queremos no estar cansados…? Este artículo que he leído esta mañana aquí lo dice bien claro.
Es un artículo de la revista GQ, y lo ponemos aquí porque me ha parecido muy bueno.
Su autor es: @mateosancho.

¿POR QUÉ ESTOY AGOTADO SI SÓLO TENGO 30 AÑOS?

 

 

«Si esta va a ser la vida los próximos 30 años, nos tiramos por un puente ahora mismo. Esto antes no era así.

¿Es esto la felicidad? ¿Una concatenación de acontecimientos emocionantes entre un despertar lento y un acostarse baldado? Estoy súper orgulloso de mi vida: tengo muchos amigos con los que me río mucho, hablo varios idiomas a lo largo del día, tengo una cultura aceptable, un trabajo que me da de comer y es entretenido, alguna colaboración que quizá se acerca más a lo que yo soñé de mí mismo y me mata el gusanillo, una vida sexual activa en un matrimonio maravilloso, estoy en forma y aún me queda tiempo y dinero para hacerme un par de viajes al año.

Pero tras esa sonrisa satisfecha se esconde el terror que me produce pensar que si esta va a ser mi vida los próximos 30 años me tiro por el puente ahora mismo, porque yo no puedo más. Esta felicidad me está dejando deslomado. Es como qué bonita es Roma pero, ¿Quién mantiene todo este patrimonio?

Y pienso que a mi edad mis padres tenían cuatro churumbeles que daban bastante la lata y yo nunca percibí en ellos señales de ese agotamiento tan de nuestra época. Así que, antes de asumir que somos unos flojos, voy a intentar ver cuáles son las diferencias entre ellos y nosotros.

Por empezar con algo: ¿Cuándo fue la última vez que tus vacaciones fueron irte a una playa de Tarragona y no hacer nada durante diez días? Primera diferencia: para mí ahora las vacaciones son tomar un vuelo de varias horas, llegar a un país de condiciones extremas o lengua distinta, o pateos interminables y así desconectar la cabeza. Pero, ¿Cuándo desconecto el cuerpo? Vuelvo el día antes de la reincorporación a las 12 de la noche y con jet lag y entro ya arrastrándome a la oficina tras mi supuesto descanso.

Segundo punto: ¿Cuántos amigos tenían tus padres? Más bien pocos. ¿A cuántos cumpleaños de amigos viste que fueran tus padres entre los 30 y los 40? La amistad pasó a un segundo plano a los 25 y bienvenidos fueran los reencuentros puntuales, pero sin fliparse. Mi padre y mi madre hablaban mucho entre ellos, eso sí, y mucho conmigo y mis hermanos, desde luego. Mi padre tenía la curva de la felicidad, pero ahora hemos pasado al six-pack de la felicidad. Ahí nos han dado el cambiazo a traición. Y quizá lo más importante: «¿Hola, puedo hablar con el señor Sancho Senior?». «No, ha salido. Volverá en tres horas aproximadamente». Y hasta las tres horas no se comunicaba y no se caía el mundo, como nunca vi a nadie llamar a casa a molestarlo por razones laborales. Quizá ahora estemos cansados de estar siempre «con los nervios del directo» de la exposición y localización permanente.

En casa comíamos muy bien, pero sin las florituras que ahora nos obligamos a saber hacer. Unas acelgas, un filete a la plancha y un pescado al horno. Ni emulsiones, ni reducciones, ni marinados. Todo de batalla y bien digno. Más sano, además, y el restaurante para las fiestas de guardar, y a veces ni eso.

Tampoco vi a mis padres muy preocupados por estar a la última en nada. Asumieron bien pronto que su música sería para siempre Mocedades y Paco Ibáñez y que sus películas favoritas eran las que grabaron aquella vez en vídeo. Si alguna les apetecía especialmente, íbamos al cine, pero si había que esperar a que la estrenaran en la tele cinco años después, no se acababa el mundo. Ahora, en cambio, hay algo de competición excluyente en cada simple conversación sobre si leíste esto, sobre si te has enterado de la serie que está triunfando en el canal de pago finlandés o si estuviste en el concierto irrepetible del otro día, porque no vi que pusieras nada en Instagram. Estoy un poco hasta las pelotas de esto especialmente.

Así las cosas, empiezo a entender que mis energías se me van en cosas bastante poco importantes. Y que no es que seamos flojos. Es que somos un poquito gilipollas.»