Categoría: Para Sorprender

Hoy he estado pensando, (ya sé que no es bueno… ;)) y resulta que ya no sé si soy pequeña o mayor. Antes, para la mayoría de las cosas, era una niña; yo misma me veía como una niña y apreciaba muchas diferencias con gente de poca más edad pero que creía con más bagaje.

Ahora ya no, ahora ya no sé si 30 años son muchos o pocos, ni me importa. Siento que hay algo que no es cuestión de años, que te sitúa en otro plano. Para muchas cosas serán pocos años, muchos me seguiréis viendo pequeña, pero yo noto que algo ha cambiado mi mirada para siempre. Ahora siento que puedo encontrar los ojos de personas mucho mayores que yo y compartirlo.    «Sí, yo también me he despedido de mi hijo».

…y por mucho que viva 70 años más, creo que esa mirada seguirá ahí.

Independientemente de toodo el consuelo que entre todos nos brindáis. Y a veces, precisamente por ese consuelo.

Porque siempre se agradece la buena intención, porque el «eres muy joven, ya mismo vuelves a intentarlo» pretende animar pero a veces rebela, porque resulta que esto no era una oposición, que te vuelves a presentar a lo mismo.  Y si Dios quiere y algún día tenemos otro(s) hijo(s), no van a ser Él.  A él nunca lo oiremos llorar.  Con vuestra ayuda, estamos aprendiendo a vivir sin ello.

También sabemos que no somos los únicos, que desgraciadamente es más fecuente de lo que pensamos. Pero eso, tampoco consuela. Mal de muchos…

Hoy iba a contaros nuestro viaje pero he pensado que mejor va ser un post corto, toda la energía dedicada a los que celebráis vuestro santo.

Especialmente a vosotros dos, claro.


y también a otro que a lo mejor nace hoy, ¡que ganas de verte deben tener tus padres!

P.D. No se nos ha olvidado que el blog era de las cosas bonitas de la vida, pero compartir lo que pensamos, aunque no siempre sea alegre, también nos parece bonito, ¿no?

En un ratito volvemos alegres…

                                                                                                                                       Imagen: ayagebeely.blogspot.com           

Creemos en el color blanco.
Creemos en Bécquer. Creemos en el Romanticismo.
Creemos en Guardamar del Segura. No creemos en el verano con frío.
Creemos que por debajo de 35 grados, es frío.
No creemos en tachar en un mapa los lugares que hemos conocido.
Creemos que viajar es mucho más que eso.
Creemos en el cine. Creemos en la fotografía. No creemos en la tv, no creemos en el video, no creemos en la tv. No creemos en la tv.
No creemos en el bajón de los domingos.                                                                                 
Creemos en el Ratoncito Pérez.
Creemos en las madres. Y en los padres.
Creemos en el desayuno con un periódico. Creemos en Pavarotti en ese desayuno.
Creemos en las vistas.
Creemos en los baños de espuma.                                                                                             
Creemos en el Real Madrid porque nuestro padre solía creer en el Real Madrid.                      Creemos que el camino es igual de importante que el destino. O más.

Creemos en los blogs.

No creemos en el doble tick del whatsapp.        
No creemos en un verano sin arena en el coche.                                                                     
Creemos en los bocatas de nocilla.                                                                                                Creemos en el esfuerzo. No creemos que sea imprescindible para ser feliz.                               
No creemos en las personas que no ceden su sitio en el metro.                                                
No creemos en los menús con fotos de los platos.                                                                 
Creemos en las casitas en los árboles.

Creemos que la moda pasa de moda y sólo queda la elegancia.                                              
 No creemos en la última y me voy a casa. No creemos que sea esa la que te sienta mal.
Creemos en las rodillas con cicatrices.                                                                                      
Creemos en los cómics de Mafalda.                                                                                          
Creemos en lo pañuelos de tela. Y en las servilletas de tela también.                                
Creemos en las gabardinas.                                                                                                             
No creemos en la gente que el verano pasado bebía mojitos y éste gin tónic. Y el próximo, ¿beberá vodka tónic?

Creemos que es mejor pedir perdón, que pedir permiso.                                                              
Ya no creemos en aclararse el pelo en verano con cerveza. Creemos que la cerveza es mejor si te la bebes…muy fría por favor 😉

¡¡Creemos en el Principito!!

Creemos en las buenas campañas de Marketing.                                                                    
Creemos en la tortilla de patatas de nuestra madre. Creemos que es la mejor. Y punto.         
Creemos que cantar en la ducha mola! Y si cantas mal, mola más.                                            
No creemos en la mayonesa de bote.                                                                                      
Creemos en los clicks de Playmobil.

Creemos que pasarlo bien no siempre es reírse. Creemos en el silencio.
No creemos en los huertos urbanos.
No creemos en la agricultura ecológica.
No creemos en la Slow Life.
Creemos en la vida. A distintos ritmos.
Creemos en un punto de locura.
Creemos que la planificación esta sobrevalorada. Y mucho.
Creemos en la primera impresión. Y en las demás.                                                                        
No creemos en las multas de zonal azul. Creemos que nunca llegan.                                
Creemos en el tango argentino.
Creemos en las chimeneas. Encendidas.
No creemos en las quejas.
Creemos en {1×1}
Creemos en el alma.
No creemos en las estrellas Michelín.
Creemos en Sofía Loren. También porque nuestro padre cree en ella.

No creemos en la Feria.                                                                                                             
Ah, sí, sí creemos en la Feria.
Creemos en las camisetas.

                                                                   

Creemos en nuestro angelito,

Y, ante todo, CREEMOS.

De celebración en celebración, hay que envolver un montón ;)!   así que hoy vamos a proponeros una forma original y muuy fácil de envolver regalitos. Si sois de los que tardáis medio segundo en abrir un paquete, no os dais cuenta del color del papel en el que va envuelto o, más grave aún, ¡lo rasgáis!, definitivamente esta entrada no os va a interesar mucho…

Si en cambio creéis que a menudo, un regalo lo disfruta más el que lo hace que el que lo recibe, y que el cuidado que se ha puesto en presentarlo también refleja el cariño del que regala, os entrarán ganas de tener que hacer un regalo pronto y así probar esta sencilla técnica que sólo necesita un pliego de papel (que sea bonito, eso sí 😉 ) y una bobina de hilo.

Nosotras nos hemos complicado aún menos y hemos usado directamente sobres de papel kraft; metemos el regalo y en vez de usar cinta adhesiva…los cosemos!

Estos son los materiales que usamos,

y las pruebas con los diferentes puntos que admite nuestra máquina de coser:

Y éstos son los resultados:

Si queremos un acabado más artesanal, o simplemente no tenemos máquina de coser, se hace a mano, como en el segundo sobre; más fácil que pegar botones!

Para personalizarlos un poco más nos encantan las etiquetas hechas con la Dymo manual rescatada de la lata de manualidades de nuestro padre,

clac i, clac i, clac i,

cualquier excusa es buena para hacerla sonar, más rápido que imprimir y recortar!

O hacer un «bolsillo» con la costura:

y meter dentro una nota, adelanto velado de lo que encontraremos en el interior, que aunque es lo realmente importante, de nuevo, no es lo único, tampoco en los regalos. Quizás por eso nos parezca tan importante el continente, porque la primera impresión, también cuenta.

…y además, sólo con unos buenos zapatos de toda la vida es posible escuchar los propios pasos: el eco de ti mismo en una habitación, en una escalera, en un viejo café, en las calles de una ciudad antigua. En la madera del puente de las Artes de París, en el barrio de Santa Cruz de Sevilla, en las noches silenciosas e invernales de Venecia. Unos buenos zapatos ayudan a creer que no pasas por la vida sin dejar huella.
                                                                                                                                  A. Pérez-Reverte

 ANDA, eso decía tu regalito… que siguieses andando, siempre hacia delante, como hasta ahora. Cada vez más lejos. Y seguirás dejando huella, por supuesto. Nosotras, muchas veces, encontramos el camino gracias a esas huellas.
                                         Felices