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#losmartescon2; Mamitis o el Apego seguro de Bowlby

Y de nuevo una reflexión, porque, como tantas otras veces, me sigue sorprendiendo lo interiorizados que tenemos algunos conceptos…

(Aviso que es larga :/)

¿Cuantas veces a lo largo del día oímos o decimos -y me incluyo- frases como «tiene mucha mamitis», «está muy enmadrado», «este niño extraña mucho», «usa el pecho de chupete», etc.?

¿Cómo que usa el pecho de chupete? ¿Qué fue antes? ¿Qué es más natural? Será que usa el chupe de pecho, ¿no? Porque el chupe sólo calma el reflejo de succión pero ¿todo lo demás que aporta el pecho? En teoría el chupe se usa para sustituir al pecho cuando éste no está disponible, cuando la madre está lejos etc. No es que el chupe sea nada malo pero sinceramente, creo que el cuerpo de la madre es algo más que un trozo de goma para ellos.

Y qué significa que extraña, ¿que prefiere estar con su madre antes que con un desconocido? ¿Que llora cuando ve que su madre se va o lleva mucho rato sin aparecer?; ¿Eso nos resulta extraño? Que un niño quiera estar con quien suele pasar 20h al día o sin la que él cree que no sobreviviria porque su principal alimento lo tiene ella tiene bastante lógica desde mi punto de vista.

 

Y parece ser que mucha más gente considera normales estos comportamientos de los que en nuestran sociedad solemos hablar en tono peyorativo, así que hoy le daba vueltas a dos teorías en las que siempre pienso cuando se habla de estos temas:

Por un lado, la teoría de los 9 meses de Exterogestación, sobre la que podéis leer un poco por ejemplo aquí y que, brevemente se resume en que «los bebés humanos no se deberían separar de sus madres, ni durante la primera hora,ni en los 9 meses que siguen al parto; hoy en día se conocen los múltiples beneficios que para mamás y recién nacidos provienen de permanecer en contacto permanente. Esta etapa es decisiva para el desarrollo de su cerebro, y tiene muchísima relación con un desarrollo físico, emocional y psicológico del bebé.

Os estoy hablando de lo que conocemos como exterogestación: […] Los bebés humanos no pueden valerse por sí mismos tras su nacimiento, ni a los 2, 4, 6 meses… necesitan ser protegidos, alimentados, porteados […]  la duración del embarazo se ha reducido en los humanos hasta tal punto que cuando venimos al mundo tenemos solo un 25 por ciento de desarrollo cerebral. Algunos estudiosos en la materia consideran que la gestación debería durar más tiempo, pero la evolución ha provocado que tengamos la cabeza más grande, así que si el embarazo fuera más largo, no podría pasar por el canal vaginal. Por otra parte, desde que los homínidos nos pusimos de pie, la pelvis de las mujeres también se ha vuelto más estrecha. Todo ello justifica la duración del embarazo (37 a 42 semanas), y también la necesidad de respetar el período de exterogestación.

Así, las experiencias vividas en los primeros años de vida son claves para el desarrollo de su
cerebro. Aunque cuando sea adulto recordará muy poco de esos años, todo lo que viva y los cuidados que reciba determinarán en gran medida su vida futura.

Más allá, la ausencia de contacto hace que aumenten los niveles de cortisol (la hormona del estrés) en sangre lo que repercute negativamente en la hormona del crecimiento y en la función inmunológica.
 […]
 Cuando coges a tu bebé en brazos, estás segregando oxitocina, y esa es precisamente la hormona del amor, que está vinculada también con la lactancia; además de eso durante los primeros años de vida se produce la mayor parte del desarrollo cerebral, ¡qué mejor que proporcionar un entorno libre de estrés (por separación de la figura de apego) dando a los bebés lo que necesitan! Al llevarlos encima, facilitamos su adaptación al mundo exterior, y esto favorece la regulación de los sistemas inmaduros del recién nacido.
[…]
Si bien en muchas culturas, los bebés son porteados de forma natural, la sociedad occidental lleva
varias décadas inventando “artilugios” que permitan ‘descansar’ del bebé, como si fuera un carga. No deberíamos necesitar carritos, cunas, hamacas, moisés,… pero los utilizamos; deberíamos proporcionar contacto físico y permanente, pero en lugar de eso nos incorporamos a las 16 semanas tras el parto, aunque con mucha suerte, podemos ampliar el período con vacaciones y permiso de lactancia.»


La primera vez que me separé de Carlos tenía 8 meses y medio y aún se me encoje el corazón cuando veo su reacción al vernos volver…  Por eso, cuando digo que la primera vez que me separe de Martín más de las horas imprescindibles de trabajo lo va a pasar mal y oigo que «se espabile, le va a venir bien» me cuesta trabajo asentir con una sonrisa.

Y es que no es sólo la dependencia de la lactancia, que se puede solucionar con un buen sacaleches y un alma caritativa que le de el biberón; el pecho no sólo es alimento, es calor, es compañía, es cariño, es seguridad, es tranquilidad, es amor. Cosas que por supuesto también se pueden dar sin pecho y que son las que realmente se echan de menos.

VIDEO CARLOS?

Por otro lado, la Teoría del apego de Bowlby, que describe la dinámica de largo plazo de las relaciones entre los seres humanos. Su principio más importante declara que un recién nacido
necesita desarrollar una relación con al menos un cuidador principal para que su desarrollo social y emocional se produzca con normalidad.
Es un estudio interdisciplinario que abarca los campos de las teorías psicológicas, evolutivas y etológicas del que extraigo aquí algunos párrafos que me resultan especialmente esclarecedores:
«El sistema conductual del apego sirve para mantener o lograr una mayor proximidad a la figura
de apego. Los comportamientos pre-apego se producen en los primeros seis meses de vida. Durante la primera fase (las primeras ocho semanas), los niños sonríen, balbucean y lloran para atraer la atención de los cuidadores. Aunque los niños de esta edad aprendan a diferenciar los
cuidadores, estos comportamientos están dirigidos a cualquier persona que esté cerca. Durante la segunda fase (dos a seis meses), el bebé aumenta su capacidad para discriminar entre adultos conocidos y desconocidos, por lo que es más receptivo al cuidador; seguir y asegurarse se añaden a la gama de comportamientos. El apego claro y cierto se desarrolla en la tercera fase, de entre seis meses y dos años.
El comportamiento del bebé en relación con el cuidador se organiza sobre la base de un comportamiento intencional para lograr las condiciones que lo hagan sentirse seguro. Al final del primer año, el bebé es capaz de demostrar una serie de comportamientos de apego destinadas a mantener la proximidad. Estos se manifiestan como protesta contra la partida del cuidador, saludando a su regreso, aferrándose a él cuando se asusta y le acompañará cuando pueda.   […]

Los bebés se apegan a los adultos que son sensibles y receptivos a las relaciones sociales con
ellos, y que permanecen como cuidadores consistentes por algunos meses durante el período de cerca de seis meses a dos años de edad. Cuando el bebé comienza a gatear y caminar, empieza a utilizar las figuras de apego (personas conocidas) como una base segura para explorar más y
regresar de nuevo a ellos. La reacción de los padres lleva al desarrollo 
de patrones de apego y estos, a su vez, conducen a modelos internos de trabajo que guiarán las percepciones individuales, emociones, pensamientos y expectativas en las relaciones posteriores. La ansiedad por la separación o el dolor tras la pérdida de una figura de apego se considera una respuesta normal y adaptativa de un recién nacido apegado. Estos comportamientos pueden haber evolucionado debido a que aumentan la probabilidad de supervivencia del niño.
[…]
En los recién nacidos, la separación física puede causar ansiedad y rabia, seguida por tristeza y desesperación. A los tres o cuatro años de edad, la separación física no es más una amenaza a los
vínculos del niño con la figura de apego.»

 

Así que sí, definitivamente es que, como decía Mar, debo estar muy enhijada 😉

 

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