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Casas y cosas Unaporuna

Quién no viviría aquí?

Empezamos la semana con una casa de las que nos gustan; unas nos llaman la atención por su ubicación, otras por su estructura, otras por cómo están decoradas y ésta, por todo!

Imaginaos un pueblo perdido, un paisaje invernal, una iglesia…

Y si la vaciamos? Y si la PINTAMOS ENTERA DE BLANCO?

 

Suelos de madera, un cuarto de estar enorme aprovechando toda la nave principal, incluido el atril!

 

La cocina al fondo, algo más escondida,

 

Y el dormitorio en el coro; me encanta la distribución!

 

A lo mejor no es justo como yo la hubiese decorado pero es que sólo con esa estructura…
Algún día os contaremos dónde hemos imaginado nuestra casa, un espacio que me recuerda algo a éste (salvando mucho las distancias, qué más quisiéramos 😉 )

Era un bar al que íbamos mucho a tomar algo y fantaseábamos con la idea de comprarlo y hacernos una casa allí, yasabíamos  dónde estaría el dormitorio, cómo sería el cuarto de estar, cómo íbamos a mantener la barra para integrar la cocina…
Pero eso ya es otra historia! Mientras, tenéis más sobre esta casa aquí.
Hasta mañana!
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Operación Boda: Literal

Ya os contamos la semana pasada la buena nueva, y aunque
hasta ahora hemos estado mirando cositas, muy tranquilas, creo que a 5 meses
vista es hora de ponernos en marcha!

 

 

                                          (Este precioso calendario me lo ha regalado Petite Mafalda 😉
Estos días varias amigas que también se casan después que yo
me han estado preguntando, así que intentaré hacer un post a la semana de los
avances (siempre contando con el “factor sorpresa” que no podremos contar hasta
después) y de lo que creo (desde mi inexperiencia) que debemos ir cerrando.
 La semana que viene os contaré quienes son mis manos y mis
pies en todo este precioso lío, pero hoy quería hablaros de la #OperaciónBoda
literal.
Lo reconozco, nunca jamás he sido capaz de ir más de 2
semanas seguidas a un gimnasio. Ni a correr. Ni a nada que suponga no estar
tomando algo en una terracita 😉 Incluyo que he probado entrenadores
personales, electro estimulación y todo aquello que creía que podía ser
definitivo. Propósitos y parte de la nómina tiradas a la basura. Sólo hice una
vez una dieta a base de batidos durante 3 meses, y sí, perdí 8 kilos. Pero creo
que nunca más volveré hacerla. Pero de dietas y tipos de deporte mejor os
cuento otro día.
A 5 meses de estar “panza arriba” en una playa paradisiaca
creo que es el momento de tomárselo en serio.
Ya tenía la bici elíptica en el salón de casa, limpia y reluciente, las
tablas de 7 minutos que me han mandado mis amigas, el manual de Kayla, la
toalla porque me veía sudando mucho;
fruta para después  en la nevera y
una pereza de muerte. Entonces encontré la solución a todos mis problemas:
CURVES. Por lo visto son muy conocidos, pero debido a mi falta de interés,
jamás he oído hablar de ellos. Pasé de casualidad y leí:
En 30 minutos te ayudamos a:
Mantenerte en forma
Estar Sana
Perder Peso
Bajar de talla
Tonificar
Quemar hasta 500 cal.
 Sólo faltaba la frase de: “…y todo eso sin esfuerzo” para
que se me hubieran saltado las lágrimas allí mismo.
Pero no, hay que hacer esfuerzo, eso sí, dinámico, divertido
y en 30 minutos. Y además tienen centros en Córdoba y Coruña, así que no hay
excusas. Esto es lo mío. O eso creo! J
Las chicas son súper lindas y si no voy 3 días a la semana,
dicen que me van a llamar por teléfono por si me he muerto de un empacho de
donuts!
De momento llevo una semana, 3 días, y con ganas de volver!
Y os lo digo en serio. Eso sí, no sé si es por la presión que empiezo a tener,
o porque he encontrado algo que para mi funciona, pero os iré contando los
avances y os animo a todas las que seáis como yo, a probarlo!
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Matar la Vaca: Reflexión

«Una vez que he dejado de fumar, que he desistido de hablar bien inglés que no voy a volver a apuntarme al gimnasio para pagar y no ir,  y que me da mucha pereza levantarme temprano para correr, este año me voy a concentrar en matar vacas.»
 
(Sólo leyendo esa entrada ya sabía que me iba a interesar el artículo).
 
  
Matar la Vaca es un libro donde explica una magnífica metáfora sobre cómo podemos deshacernos de las justificaciones y de las excusas que todos nos ponemos y que nos impiden triunfar. La historia comienza cuando un viejo maestro quería enseñar a un joven discípulo que una vida llena de conformismo y mediocridad coarta nuestro desarrollo.
 
Maestro y discípulo fueron a visitar el pueblo más pobre de la comarca, y dentro de él buscaron la más humilde de todas las viviendas.
 
Una vaca flacucha y escuálida
 
En una casucha a medio derrumbarse de apenas seis metros cuadrados vivían ocho personas. El padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos se las arreglaban de mala manera para subsistir en aquel reducido espacio. Sus ropas viejas y remendadas, la suciedad y el mal olor que envolvía sus cuerpos eran la mejor prueba de la profunda miseria que allí reinaba. Curiosamente, en medio de este estado de penuria y pobreza total, la familia contaba con una sola posesión que para ellos era muy preciada. Una vaca… una flacucha y escuálida vaca que con su escasa leche permitía a la familia sobrevivir.
 
Maestro y discípulo pasaron la noche en aquella casa y antes del amanecer el mentor le dijo en voz baja al alumno: «Es hora de que aprendas la lección que nos ha traído hasta aquí». Y ante la incrédula mirada del joven, el maestro sacó una daga y degolló a la pobre vaca que estaba atada en la puerta de la vivienda. «¿Qué has hecho maestro? ¿Cómo has podido dejar a esta familia en la ruina total y sin la única posesión que tenían?», preguntó el joven.
 
Un año más tarde, los dos hombres volvieron a aquel pueblo para ver qué había ocurrido con la familia. Buscaron en vano la humilde vivienda, pero donde antes se encontraba la ruinosa casucha ahora se levantaba una casa grande. Y ante su sorpresa vieron salir de la casona al mismo hombre que un año antes les había dado posada. Su aspecto era totalmente distinto. Sus ojos brillaban, vestía ropas limpias, iba aseado y su amplia sonrisa mostraba que algo extraordinario había sucedido.
 
Le saludaron y el hombre -que ignoraba que el maestro y el joven habían sido los responsables de la muerte de la vaca- les contó que algún maleante había degollado al preciado animal que les servía de sustento, y que para no morirse de hambre se habían puesto a sembrar. Decidimos limpiar el patio de la parte de atrás de la casucha -les dijo- y allí sembramos hortalizas y legumbres para alimentarnos. Como nos dimos cuenta que la improvisada granja producía mucho más de lo que necesitábamos para nuestro sustento, comenzamos a vender algunos vegetales a los vecinos, y con esa ganancia compramos más semillas.
 
Conformismo y mediocridad
 
El joven, que escuchaba atónito la increíble historia, entendió finalmente la lección que su maestro quería enseñarle. La vaca, además de ser su única posesión, era también la cadena que los mantenía atados a una vida de conformismo y mediocridad. Con la vaca tenían la sensación de poseer algo de valor y no estar en la miseria total, cuando en realidad estaban viviendo en medio de la indigencia.
De esta maravillosa historia pueden extraerse muchas lecciones que pueden ayudarnos a eliminar nuestras propias limitaciones o vacas, como las denomina el autor. La vaca simboliza todo aquello que nos mantiene atados a la mediocridad. Las vacas más comunes son las excusas, que sirven para eludir nuestras responsabilidades y para justificar nuestra acomodada posición buscando culpables por aquéllo que siempre estuvo bajo nuestro control.
 
Hay una serie de frases que escuchamos habitualmente, y que son las excusas más comunes que utilizamos para no salir de la zona de confort en la que nos encontramos. Seguro que muchos de nosotros nos vemos identificados con algunas de estas vacas:   
 
-Yo estoy muy bien porque cuando miro atrás hay otros en peores circunstancias.
-No me gusta mi trabajo, pero tengo que dar gracias de que por lo menos lo tengo.
-No poseo muchas cosas, pero al menos cuento con lo suficiente para poder comer.
-Es que aquí no se apoya al empresario.
-En la empresa no me motivan.
-¿Qué vamos a hacer? Unos nacen con estrella y otros estrellados.
-Así era mi padre, lo mío es genético.
-Mi problema es que mi marido no me apoya.
-Mi hándicap es que mi esposa es negativa.
-Me gustaría leer más, pero no tengo tiempo.
-Las mujeres lo tenemos el doble de difícil que los hombres.
-No quiero empezar hasta estar seguro.
-Yo no sirvo para eso.
-Desgraciadamente lo mío es genético.
-Mi problema es que soy muy tímido.
-Soy de los que piensan que si vamos a hacer algo, o lo hacemos bien, o no lo hacemos.
-Cuando quiera dejar de fumar, lo dejo sin problemas; lo que pasa es que no he querido.
-Lo dejo todo para el último minuto porque trabajo mejor bajo presión.
-Lo importante no es ganar sino participar.
 
 
Salir de la zona de confort
 
Estas autojustificaciones nos permiten estar en la zona de confort, ese lugar -como lo define el experto Antonio Sánchez-Migallón en su reciente libro Motívate– donde nos encontramos a placer, felices porque tenemos la seguridad de que siempre sucede lo mismo aunque sea desagradable; es la zona en la que las cosas, las personas y los acontecimientos son conocidos y los dominamos, aunque no sean de nuestro agrado. No somos felices, pero tampoco desdichados. Quizás nos frustre la vida que llevamos o el trabajo que tenemos, pero no lo suficiente como para querer cambiarlos. Es el miedo el que nos refugia en nuestra zona de confort.
Resulta necesario salir de esta comodidad, confiar más en nosotros mismos y vencer el miedo a lo que puedan opinar los demás si fracasamos, al ridículo o a la vergüenza. Frente a nosotros se encuentra un mundo de oportunidades por descubrir. Oportunidades que sólo podremos apreciar una vez que hayamos matado nuestras vacas.
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#losmartescon2; De picnic en ¿Central Park?

Los últimos días antes de que naciera Martín hubo un poco de todo; como estuve trabajando casi, casi hasta el final se me acumularon los preparativos, la celebración del cumple de Carlos, que me hacía ilusión hacerla antes de que llegara su hermanito y compartieran protagonismo para siempre y todas esas cosas que vas dejando para «cuando esté de baja y tenga tiempo» 😉

El caso es que, por si se adelantaba, corrimos, corrimos y al final, de adelantarse nada, así que acabamos teniendo la última semana libre de verdad, sólo para dar paseos laaaargos a ver si Martín se animaba a salir, y para disfrutar los últimos días de niño único de Carlos,

Así que cuando supimos que el 19 de Noviembre sería el último día de pasear el barrigón, mi hermana nos propuso lo que acabó siendo UN PLANAZO,

Una manta de cuadros, una cestita con cosas ricas y un parque…

¿qué más necesitamos?

Sol y un niño con ganas de correr,

 
Ah! Y la cámara; estos espacios tan amplios son un gustazo a la hora de hacer fotos!

Veo las fotos de ese día y me transmiten tanta paz…

( ya llevaba puesta hasta la pulsera del hospital, jjj)

Aprovechamos para soplar oootra vez las 2 velitas,

Y para que Carlos disfrutara ¡mucho! las herramientas de chocolate que le había regalado su madrina:

Carreras y risas en un parque que nada tiene que envidiar a otros con más nombre… 

¡Deseando repetir!
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Para perderse Unaporuna

El monasterio de Yuste

Cuando os contábamos nuestra escapadita al Valle del Jerte nos quedó pendiente enseñaros una de las excursiones que más nos gustó, el Monasterio donde vivió sus últimos años y murió Carlos V:

 Cercana a la población de Cuacos del Yuste y rodeada de paisajes tan espectaculares como estos,

esta casa palacio fue declarada Patrimonio europeo en 2007 y la verdad es que tanto sus interiores como el claustro y los jardines bien merecen una visita,

De camino al monasterio disfrutamos también de la cantidad de agua que en esta época del año hace que las numerosas cascadas y gargantas del Valle del Jerte estén en su máximo esplendor,

 y por supuesto seguimos haciendo miles de fotos a las flores; ésta particularmente nos hizo gracia ya que justo era Semana Santa…

En general, una escapada muy recomendable en estas fechas!